viernes, 18 de agosto de 2017

San Juan Coahuixtla: Fue águila y ahora pretenden que sea serpiente

San Juan Coahuixtla, ateriormente, durante el siglo XVIII, se escribía Quahuixtla. De la primer forma de la palabra viene de coa: serpiente; e ixtla: cara, rostro, faz. No existe en náhuatl, de donde se tome este nombre toponímico de la palabra compuesta Coahuixtla, ya que la colocación de la hu intermedia sólo es utilizada cuando se habla de otra palabra: cuahu; misma que que tiene referencia a el significado de la palabra águila, y siendo que en siglos anteriores esta palabra se escribía con qua, como se escribe en la referencia del siglo XVIII, posiblemente debe ser su forma correcta, aunque coa es más representativo del lugar, puesto que está posiblemente relacionado al nombre genérico con que se conocía a toda la región: Coatlalpan; pero bien puede ser que el genérico Cuahuixtla: cara de águila, se refiere a sentimientos tardíos, promovido fundamentalmente por la cultura azteca, que es la última cultura prehispánica en llegar al lugar.

La tragedia del barrio: la llegada brutal de la modernidad.

Consecuencias: deja de ser punto de entrada a Izúcar.

Alternativas: volver a rehacer el camino antiguo y tratar con ello de reordenar la memoria histórica del lugar.

Con esta serie de postulados quisimos introducirlos para conocer la realidad que vive este barrio, al cual, ya no estando el padre Márquez, le sucedió la desgracia de que a su santo patrón, San Juan Bautista, se los cambiara el artesano al que se lo dieron a retocar, y éste lo transformó en San Juan Evangelista, al que por supuesto no reconocieron entre esta pequeña comunidad ubicada en el corazón de los barrios orientales.

Esta iglesia tiene la característica de ser la única en el lugar que apunta hacia el sur y aunque completamente opuesta en dirección de la de Santo Domingo de Guzmán, ambas coinciden en estar ubicadas geográficamente en el centro de esta serie de asentamientos en la zona, lo que las coloca en un punto importante y fundamental para el desarrollo de la ciudad.

Como señalamos anteriormente, el fenómeno de centralizar todas las actividades religiosas, económicas, culturales y comerciales en el convento de Santo Domingo seguramente se debía a que ese lugar fue, antes de la llegada de los españoles, el eje a través de donde se movía la actividad en la antigua Itzocan, pero este punto tendría sólo la influencia de los barrios occidentales y los orientales, en donde la presencia mixteca marcaba la tónica, seguramente tendrían una organización propia, pero a la llegada de los aztecas, como grupo dominante en la región (1430-1440), seguramente imponen a este barrio el nuevo nombre, como acostumbraban en los sitios que llegaban como grupo guerrero y conquistador. No sólo se contentaban con obtener del lugar al que llegaban ganancias económicas, materiales y comerciales sino que iban más allá, conquistando ideológicamente todas las zonas dejando sentir una presencia lingüística en los lugares sojuzgados, por tanto este punto, central para los barrios orientales, fue retomado por esta comunidad prehispánica y se le equipara con su vecino de la otra parte del río.

De esta forma, el barrio de los de la cara de águilas (Cuahuixtla y no como se trata ahora de mal escribir de los de caras de serpientes, Coahuixtla), será quien en el centro rija los destinos de los barrios de esta parte de la margen del Nexapa, convirtiéndose en el barrio que desde el centro pueda controlar el reparto de agua, como sucedía con el lugar central de Itzocan (ahora Santo Domingo). De allí, tal vez, la razón lógica para su ubicación alineada al sur, dado que es el más importante del lugar.

Será el punto de entrada principal por la confluencia oriental, carretera que trae o dirige a los caminantes rumbo a Oaxaca y que atravesaban un antiguo puente (ahora en su lugar el llamado Puente Viejo), para conectarse con los barrios construidos en la ribera opuesta del río. Esto es lo que encontraron los españoles a su llegada al valle y que simplemente readecuan para la nueva conformación de la época de la colonia.

En esta iglesia, dedicada a San Juan Bautista, como se muestra en las inscripciones de la parte alta de la facha del templo, con su cordero en actitud sumisa, su cruz y bandera, emblemas del santo, cuenta con un altar barroco tallado en un estilo barroco y tiene figuras de santos talladas por manos indígenas. En ella se encuentra el retablo del siglo XVII, en donde de manera gráfica se puede observar la ascensión de la Virgen María, el nacimiento de Jesús, su pasión y resurrección, así como una última cena en la parte baja del mismo.

Todo esto fue utilizado por los misioneros para educar a los grupos indígenas, mismos a los que también dejan plasmar en el interior del templo su característico estilo de realizar las figuras religiosas. Así como los misioneros dejaron el lugar, así lo encontrará a su vez Arturo Márquez, que de manera similar a sus trabajos en las otras iglesias del lugar, aquí también se realizarán cambios para mejora del sitio, contando con la colaboración y el apoyo de la comunidad.

A esta iglesia le toca, en donación especial, la Virgen de la Inmaculada Concepción, que es sacada de la parroquia y se cree que en este lugar, con objetos muy antiguos, como son sus retablos y sus figuras de arte indígena, pueda estar bien depositada esta sagrada imagen. Por el frente de ésta a diario pasaban los visitantes que acudían al tianguis de la localidad, que se encontraba ubicado en donde ahora está construido el mercado de picos y en su calle empedrada pasaban las carretas y carrozas con su cargamento para comerciarlos en ese sitio y esto sucedió por siglos.

En este barrio es donde el padre Arturo Márquez ubica su establo y en donde puede obtener una producción alta de leche que en muchas ocasiones era donada para realizar las fiestas patronales en los diferentes barrios de la comunidad.

Algo que debe de haber sido agradable para los visitantes de la localidad fue la imagen que por años miraron a su llegada al lugar desde la zona Mixteca. El sitio debe haberles impactado gratamente a su paso, ya que bajando por este viejo camino real y al llegar a la calle de Jesús Guarneros y voltear hacia la derecha, se le presentaba el imponente convento dominico, cuyas filosas almenas, a manera de fortalezas infranqueables, les daba la bienvenida teniendo tras de sí al Popocatépetl, que como un paisaje sin igual, envuelve a la perfección a este majestuoso edificio.

Todavía siguiendo la misma calle ahora terregosa y olvidada, pueden apreciarse los viejos muros de las casonas que se construyeron por esta importante avenida. Se ve también, a flor de tierra, algunas de las piedras que sirvieron para no atascar los pies, como ahora sucede que entre el lodo, cuando llueve, o pisando en tierra muy fina, en secas, cuando alguien decide andar por estas “modernas” calles. Es trágico el destino de tan hermosa calle, pues justo cuando se inaugura la “modernidad económica” con Miguel Alemán Valdés, está descripción pintoresca del barrio se borra y radicalmente se transformará.

Esto le toca vivirlo al párroco Márquez. La transformación que sufrirá la ciudad será irreversible, pues el avance que trae la construcción de la carretera Panamericana, que justamente partirá a la ciudad en dos con la colocación del puente nuevo (actualmente el puente principal de la ciudad) y el trazo ya decido, que independientemente del olvido en que caerá la ahora calle antigua de Raboso, en el futuro inmediato destruirá la barda principal de Santo Domingo, simple y sencillamente por no prever dentro de esa filosofía de la modernidad acelerada, que no respeta nada dentro del “avance” y del “desarrollo” brutal que nada tiene que ver con una presunta acción social, como siempre lo promueven los defensores del sistema.

Esto ocurre durante el periodo presidencial de Miguel Alemán, que a consecuencia de la posguerra le toca realizar –sin lograrlo- acciones diplomáticas para lograr hacer que los millones de braceros que se van a trabajar a los Estados Unidos, durante el conflicto bélico no sean deportados. Lo que da como consecuencia la política de ocupación rápida de éstos, en los grandes proyectos hidráulicos y carreteros que obligan al país entero a entrar sin planeación alguna a este proyecto económico.

Izúcar de Matamoros paga su cuota con la destrucción de barrios tradicionales y con el mismo paisaje que por siglos se mantuvo intacto y que bastaron un par de años (1948-1950) para realizar el cambio del paisaje de la “modernidad”.

El antiguo barrio de Cuahuixtla y su Camino Real, que tantas riquezas trajo y sacó de la antiquísima Itzocan, actual Izúcar de Matamoros, pasó de ser la entrada de paseantes a convertirse en el lugar de esparcimiento nocturno, mejor conocido como la zona roja, zona de tolerancia, o en el idioma más corriente la zona de prostitutas (posteriormente se reubicaría esta zona a la que actualmente se conoce como El Pueblo, colocado a unos 10 kilómetros del lugar y a donde siempre se ve a innumerables presidentes municipales de toda la región “trabajando” y también divirtiéndose un poco).

Así paga la modernidad a lo tradicional, sin miramiento, como también sucedería con la barda del exconvento de Santo Domingo (1948-1960), que por el trazo de la calle independencia y con el fin de que la ciudad se alineara al puente nuevo y no a la inversa, se escarba más de dos metros, lo que trae la destrucción de su entrada de arcos y de sus dos ermitas, también llamadas tomas de agua, aunque cabe agregar para bien de este tiempo que se construiría un bloque de mercados, que en poco tiempo superará la demanda de comerciantes establecidos que al paso del tiempo se conglomeran en sus alrededores.

Razo Hidalgo, E. (2008). La Reconstrucción: La vida de Izúcar de Matamoros en tiempos de Arturo Márquez Aguilar. Izúcar de Matamoros, Puebla, México: H. Ayuntamiento

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